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Desde mi atalaya. J.L.Doménech

 

“EL ICONO DE RUBLEV EN EL TEMPLO DE SANTA MARIA”

Este icono sirve de testigo desde hace más de diez años a la celebración del Envío de Catequistas

Se trata de un icono que representa la Trinidad. Lo podéis admirar en el templo de Santa María. Nosotros lo adoptamos como signo por representar el amor trinitario y recoger en esa mesa abierta a todos los catequistas cuya misión es anunciar el Evangelio, la Buena Noticia de Jesucristo. Cada año los catequistas de la parroquia que en el curso siguiente van a preparar la celebración del Envío lo acogen en su comunidad y lo custodian allí. Este signo los vincula a la catequesis diocesana y también puede ser un referente en sus celebraciones, oraciones, etc...

El Concilio de los Cien capítulos lo erigió, unos ciento cincuenta años después de ser hecho por el monje André Rublëv, en 1425, como modelo de la iconografía y de todas las representaciones de la Trinidad. Cuando se contempla el icono y se medita en el misterio de la Trinidad, un sentimiento aflora en nuestro corazón: “en verdad los cielos se abren y se muestran los esplendores de Dios”.

Este sentimiento se comprende ante el icono de los íconos, porque no existe en ninguna parte nada parecido, en cuanto al poder de síntesis teológica, a la riqueza del simbolismo y a la belleza artística.

Interpretación del ícono de Rublev

Rublev se inspiró en el pasaje de Gn 18,1-10, conocido como “la hospitalidad de Abraham”. -  Aparecen tres ángeles frente a la tienda de Abraham, en el encinar de Mambré.

-  Se lavan los pies, se reponen del camino.

-  Comen la comida que Sara y Abraham les ofrecen generosamente.

-  Anuncian un nacimiento inesperado.

Hay diversas interpretaciones de las figuras del icono. Escogemos algunas, podemos realizar otras, dejándonos guiar por el Espíritu.

El círculo: Los tres personajes configuran un círculo. Pero más propio es hablar de un movimiento circular entre ellos, sugerido por sus miradas, por el juego de sus manos, por la inclinación de sus cabezas. Todo expresa una comunión extraordinaria entre los tres. Se podría decir que mantienen una conversación silenciosa, hecha de miradas y gestos.  Dentro de este círculo sagrado se nos revela el misterio de Dios, esta casa del amor. Es el misterio de la hospitalidad, expresado no sólo en la bienvenida de Sara y Abraham a los tres ángeles, sino también en la bienvenida de Dios a la pareja de edad avanzada en la alegría del pacto a través de un heredero. Es la prefiguración de la misión de Dios a través de la cual nos envía a su hijo único para darnos la vida en el Espíritu.

- La casa de Abraham y Sara se convierte en la morada de Dios entre nosotros. Nos evoca la casa de Nazaret.

- La copa: El centro de los tres personajes es la copa. Los tres la rodean. Además, la copa está ubicada en el corazón de una copa más grande que dibujan los dos ángeles laterales. El tema de la conversación no puede ser otro que la copa. Es la copa eucarística.

 - El cordero: En la copa está el cordero que Abraham ofreció a los ángeles. Es el Cordero de Dios. Es el centro del icono. Las manos del Padre y del Hijo revelan su significado.

- Los tres personajes: están vestidos de azul, símbolo de su divinidad. No son iguales, son diferentes. Sus actitudes, sus miradas, el color de sus ropas así lo indican.

- El Hijo: en el centro lo señala con los dedos indicando así su misión de ser el cordero del sacrificio, tan humano como divino por la encarnación.

El Padre: a la izquierda, anima al hijo con un gesto de bendición.

- El Espíritu: quiere decir, mientras señala el rectángulo, que la entrega del Hijo es para la salvación del mundo.

El rectángulo: sus cuatro esquinas representan el orden de la creación: norte, sur, este y oeste. Su posición indica que hay un lugar en la mesa para aquellos que quieren participar en la entrega del Hijo ofreciendo sus vidas como testigos del amor de Dios.

La encina de Mambré se convierte en árbol de vida. Evoca el árbol del conocimiento del bien y del mal y el árbol de la cruz. Ella se hace visible, está formada por el travesaño vertical del árbol, el Hijo, el cordero y el mundo (representado por el rectángulo). El travesaño horizontal está formado por las cabezas del Padre y del Espíritu. No hay círculo sin cruz, ni vida eterna sin muerte, no se gana la vida sin perderla, ni hay reino celestial sin calvario. El círculo y la cruz no se pueden separar jamás: Jn 15,19-20  "El siervo no es más que su amo, si a mí me han perseguido, lo mismo harán con ustedes, si permanecen en el mundo el mundo los querrá como cosa suya, pero como no le pertenecen, el mundo los odia”

 El icono y los catequistas Ahora ya sabemos un poco más del icono y de nuestros catequistas.Los catequistas son un don para la parroquia. Constituyen un gran regalo para toda la comunidad cristiana.

 



Todos los bautizados hemos recibido la misión de evangelizar, y todos debemos ser corresponsables en esta tarea. Hoy queremos tomar conciencia de esta misión que es de todos, pero que algunos, los catequistas, asumen de forma particular. Son enviados por la Iglesia para anunciar la Buena Nueva, y así ser partícipes de la misión de Jesús Maestro.

 
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