| EL SEGUIMIENTO DE JESÚS, ESENCIA DE LA VIDA CRISTIANA Queridos amigos: Antes de que cerréis maletas y marchéis de vacaciones, quiero meter entre vuestro equipaje un par de pensamientos bajo el pretencioso titulo que ilustra hoy esta página. Con frecuencia a los cristianos se nos identifica más con unas ideas y con unas leyes morales que con el seguimiento de Jesús. Pero Benedicto XVI, en su Encíclica “Deus caritas est” advierte: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con una Persona que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Y el dominico Albert Nolan abre su estupendo libro "¿Quién es este hombre?" (Ed. Sal Terrae) con la siguiente expresión: "A lo largo de los siglos, muchos millones de personas han venerado el nombre de Jesús; pero muy pocas le han comprendido, y menor aún ha sido el número de las que han intentado poner en práctica lo que él quiso que se hiciera". Ambos textos ocupan en tu bolsa de viaje muy poco, y alimentan muy mucho. | |
Jesús ha sido un personaje muy admirado en la historia de la humanidad. Pero son pocos los que se proponen seguirle con decisión. Y lo dicho sirve también para los que formamos la Iglesia, para ti y para mí. A Jesús sólo se le conoce de verdad cuando se le sigue. Hemos de preguntarnos, con paz pero con sinceridad, si el seguimiento de Jesús es la esencia de la vida cristiana de muchos cristianos de hoy. No debemos olvidar las advertencias conciliares sobre la coherencia entre la fe y la vida. “El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos cristianos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época.”. Y en otro lugar, al referirse al ateísmo señala: “En este origen del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes que, con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión” (G. S. 43 y 19). Aunque siempre nos queda esa multitud de gente buena, entre la que queremos contarnos, que vive el evangelio con sencillez en sus propios ambientes, y esos “cristianos anónimos” de los que nos habló K. Rahner, todos aquellos que dan contenido real a las palabras de Jesús en Mateo 25: “Venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer”, muchas veces sin conocer a Dios. Hoy, en este mundo tan dado a los ídolos y a la imitación de los “famosos y famosas”, los cristianos deberíamos interrogarnos seriamente por la calidad de nuestra “imitación” de Jesús, y cómo podríamos iniciar a otros en el conocimiento, admiración y seguimiento de su persona. Recuerdo que en una ocasión, hablando con unos amigos sobre Charles Chaplin tuve la impresión de que, sin pretenderlo, les estaba traspasando la admiración que yo sentía por ese personaje. Tal era el entusiasmo con el que yo hablaba de Charlot. Y sentí una especie de vergüenza al pensar que ése debiera ser también el entusiasmo con que yo hablase a otros de Jesús. “Sígueme” es la primera y última palabra de Jesús a Pedro, y a todos los cristianos de todos los tiempos. A ti y a mí. Un abrazo y feliz verano. Lucio Arauzo. |