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Soplos del Espíritu, por Luis Alloza

 

El PAPA ALERTA CONTRA LA RELIGIOSIDAD RUTINARIA

Las organizaciones de caridad en la iglesia deben prestar algo más que un servicio técnico.

En su reciente visita a Alemania, el Papa Benedicto XVI, ha lanzado mensajes muy importantes y de gran calado, pero el que ha sido cabecera de los periódicos que, por cierto, lo han sacado de contexto, es la presunta afirmación de que: “un agnóstico está más cerca de Dios que un fiel rutinario”. Creo que merece la pena reflexionar sobre lo que realmente ha dicho el Papa, acerca de este tema, y también sobre algo que no ha llamado la atención de los medios, pero que es de crucial interés para los que nos dedicamos a tareas de voluntariado en la Iglesia. Me referiré a este punto más adelante.

Vayamos a la primera cuestión: ¿Quién está más cerca de Dios? Hay que decir que tenemos un Dios  amoroso que desea nuestra salvación, mi salvación, la salvación de cada uno. Siempre, y sobre todo en tiempos de peligro y de cambio radical, Él nos es cercano y su corazón se conmueve por nosotros, se inclina sobre nosotros. Para que el poder de su misericordia pueda tocar nuestros corazones, es necesario que nos abramos a Él, tengamos disponibilidad para abandonar el mal, superemos la indiferencia por las cosas de Dios y demos cabida a su Palabra. Dios respeta nuestra libertad. No nos coacciona. Él espera nuestro “sí” y, por decirlo así, lo mendiga.

 

Benedicto XVI nos explica que el mensaje del Evangelio está claro: no cuentan las palabras, sino las obras, los hechos de conversión y de fe. Jesús dirige este mensaje a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo de Israel, es decir, a los expertos en religión de su pueblo. En un primer momento, ellos dicen “sí” a la voluntad de Dios. Pero su religiosidad acaba siendo una rutina, y Dios ya no los inquieta. Por esto perciben el mensaje de Juan el Bautista y de Jesús como una molestia. Así, el Señor concluye su parábola con palabras drásticas: “Los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el Reino de Dios.” El Papa traduce al lenguaje de nuestro tiempo, la afirmación de Jesús que podría sonar más o menos así: “los agnósticos que no encuentran paz por la cuestión de Dios; los que sufren a causa de sus pecados y tienen deseo de un corazón puro, están más cerca del Reino de Dios que los fieles rutinarios, que ven ya solamente en la Iglesia el sistema, sin que su corazón quede tocado por la fe”.

Preguntémonos: ¿Cómo es mi relación personal con Dios en la oración, en la participación a la Misa dominical, en la profundización de la fe mediante la meditación de la Sagrada Escritura y el estudio del Catecismo de la Iglesia Católica? Queridos amigos, dice el Papa, en último término, la renovación de la Iglesia puede llevarse a cabo solamente mediante la disponibilidad a la conversión y una fe renovada. 

Son palabras impactantes que nos interpelan, nos previenen contra una falsa seguridad basada en una práctica religiosa mecánica, repetitiva, y estéril en frutos de fe y caridad,  y nos llaman a todos los fieles a la humildad y a la obediencia, a la realidad de nuestra condición de pecadores necesitados de la gracia que transforme nuestro corazón y renueve nuestra relación con un Dios vivo, del que debemos siempre esperar lo nuevo y lo inesperado, lejos de toda rutina, que nos hace gustar las delicias de su amor en cada eucaristía.

Sin embargo, el Papa precisa que sus palabras no significan en modo alguno que se deba considerar a todos los que viven en la Iglesia y trabajan en ella como fieles rutinarios, y por tanto alejados de Jesús y del Reino de Dios. Absolutamente no. El Papa por el contrario dedica su profundo agradecimiento a tantos colaboradores, empleados y voluntarios, sin los cuales sería impensable la vida en las parroquias y en toda la Iglesia. La Iglesia tiene muchas instituciones sociales y caritativas, en las cuales el amor al prójimo se lleva a cabo de una forma también socialmente eficaz y que llega a los confines de la tierra.  

Y aquí llego a la segunda advertencia, delicadamente hecha por el Papa, esta vez dirigida a Cáritas y a otras organizaciones o personas que ponen generosamente a disposición su tiempo y sus fuerzas para las tareas de voluntariado en la Iglesia. En primer lugar les expresa su gratitud y aprecio, pero a continuación les previene en cuanto a que no es suficiente prestar un servicio exclusivamente basado en la competencia objetiva y profesional. En el espíritu de la enseñanza de Jesús se necesita algo más: un corazón abierto, que se deja conmover por el amor de Cristo, y así presta al prójimo que nos necesita más que un servicio técnico: amor, con el que se muestra al otro el Dios que ama, Cristo.

 
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